Un par de tibias y una calavera
Mi capacidad de acordarme de los sueños y proseguir con ellos al día siguiente era casi única. Busqué en internet si había más gente como yo, personas que recordasen lo que soñaban y que a la noche siguiente pudiesen continuar desde el mismo punto exacto en el que lo habían dejado. Un 1,5 % de la población mundial podía hacer lo mismo. Me sentía poderoso, casi un superhéroe.
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